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En medio de la emergencia actual por el Covid- 19, diferentes sectores de la economía han tenido que reinventar sus formas de trabajo para garantizar no solo la continuidad de su operación sino asegurar la vida y la salud de las personas.

Este es el caso de 49.334 taxistas en Bogotá – una de las poblaciones más vulnerables al contagio del virus debido a la cercanía permanente que sostienen con la comunidad- que cada día buscan la manera de prestar su servicio bajo los protocolos de seguridad exigidos por el Gobierno Nacional y de esta manera, seguir obteniendo el sustento diario que necesitan para sus familias.

Rubén Darío Piñeros de 35 años, es uno de los 30.000 conductores de taxis que siguen saliendo a las calles en época de cuarentena con el fin de transportar a las pocas personas que requieren el servicio, ya que la demanda se ha reducido en un 50% en las últimas semanas. “Antes de la emergencia, realizaba 15 viajes en un turno de 12 horas. Hoy, hago máximo 7 trayectos diarios”, afirma Piñeros.

De igual forma, sostiene que esta afectación se ve reflejada en el valor del producido el cual anteriormente era de 130 mil pesos diarios – menos el valor de la gasolina y el pago del vehículo- y hoy en día, oscila entre los 60 y 70 mil pesos.

Sin embargo, este déficit no se compara con el riesgo de contagio al cual se ve expuesto en su jornada de trabajo debido a que es todo un reto garantizar los protocolos de seguridad tanto para él como para sus pasajeros.  “Aunque la exposición es grande, debo seguir trabajando para asumir los gastos de arriendo y alimentación de mi hija y mi esposa”, explica Piñeros.

Seguridad al alcance

Por esta razón, basándose en las cabinas que anteriormente se implementaban para prevenir el hurto en este medio de transporte, las cuales generaban una distancia entre el conductor y el pasajero. Rubén, decidió crear- con la ayuda de su esposa – una división plástica que se ajusta a la estructura interior del vehículo permitiendo el no contacto entre personas exigido por las autoridades para evitar la propagación del virus.

La cabina aislante, como la llama su creador, está elaborada con plástico transparente y un velcro que permite la adhesión al contorno interno del vehículo, además, con el uso de máquinas fileteadoras se le aportó más resistencia al material y se le agregó una ventanilla por la cual el pasajero realiza el pago del servicio. “Con esta iniciativa buscó proteger mi salud y la de todas las personas que se encuentran a mi alrededor para así, contribuir de alguna manera a la solución”, afirma Piñeros.

En conjunto a esto, Rubén lleva a cabo otras acciones como el uso de tapabocas, guantes y la desinfección constante de todos los elementos dentro del vehículo con el fin de mitigar el riesgo existente por el Covid-19. La iniciativa ha trascendido a todo el gremio de taxistas quienes por el valor de 30 mil pesos tienen la posibilidad de acceder a esta herramienta que propone crear espacios de trabajo más seguros garantizando la continuidad de este servicio de transporte que lleva más de 90 años en la capital del país.


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